lunes, 4 de diciembre de 2006

Hordas de Patricias Maldonado.

No puedo quedarme exenta de emitir una opinión y una reflexión ante los acontecimientos noticiosos que azotan los titulares desde el día de ayer.

Antes que todo, quiero ser honesta: debo decir aquí, públicamente (y predisponiéndome a cualquier clase de comentario capcioso) que nadie en mi círculo afectivo es un detenido desaparecido, ni fue asesinado o torturado durante el régimen militar.

No tengo una relación directa con ese tipo específico de sucesos.

Pero quiero ser muy enfática al decir que no por eso, tengo menos derecho a sentir y a empatizar con aquellos que sufrieron, y sufren hasta el día de hoy. Lo tengo, porque soy capaz de ponerme en sus zapatos y porque he visto, leído y escuchado lo suficiente como para saber de lo que estoy hablando.

Todos, en mayor o menor grado, nos vimos involucrados; aunque hayamos sido chicos en aquella época, eso da igual, nuestros padres sí estaban ahí para testificar ahora.

Todos hemos visto en alguna oportunidad las atrocidades cometidas, y aunque no nos haya tocado de cerca, nadie puede quedarse indiferente.

NADIE.
Siempre y cuando seamos seres humanos de verdad, y no monstruos o algo parecido.

Nadie nos puede decir que, porque no habíamos nacido, no sabemos de qué estamos hablando. Si hay algo que me emputece, es la descalificación generacional: "eras chico o, no habías nacido, así es que cállate porque no sabes nada".

La historia está escrita en todas partes, es cosa de leerla.

Es un asunto de que vivimos todos en Chile y aunque en este minuto sólo tengas 15 años, no se puede hacer ser indiferente, mientras aún se vea a ese grupo de cientos de personas en su eterna y penosa marcha, acarreando el eterno retrato de su padre, amigo, hermana, que jamás volvió a aparecer.

Esta gente, la que está apostada afuera del Hospita.l Milita.r se llena la boca alardeando por toooodo el "terrible sufrimiento" que tuvieron que soportar durante la UP.

Yo no soy comunista, ni socialista, ni nada parecido. No necesito serlo para estar escribiendo esto. Y con toda la autoridad moral que me da la imparcialidad, digo que todo ese tan "terrible sufrimiento", ese de haber tenido que hacer una cola para conseguir fideos y un pollo enano, no se comprara, repito NO SE COMPARA al dolor de acarrear una eterna incógnita.

Al dolor de la privación de un derecho tan básico, como el de poder enterrar a tu ser querido.

NADA se compara al hecho de no saber qué mierda pasó. Es preferible, lejos, tener la certeza de que esa persona amada, está muerta.

No hay paz para esas personas, no hay descanso en el corazón. Piénselo un segundo; pónganse en su lugar por tan sólo un minuto y no hay palabras para describir la desesperación y la impotencia.

Y sin embrago, todas esas viejas de mierda, esos clones de Patricia Maldonado; ellas, sus proles y sus maridos, tienen la desfachatez de alegrarse por esas muertes; tienen la mostruosidad de seguir deseándole la muerte a todos aquellos que en este momento sufren.

Es heavy, es algo violento de ver y escuchar.

Yo no le deseo la muerte a nadie, y mucho menos a Pinochet.
Muerto, no sirve de nada.

Y es en este punto preciso, en dónde mejor comprendo, la impotencia de los que han luchado por ajusticiarlo, pues es aquí, en la tierra, en dónde él debe pagar sus culpas. Es dentro de la ley del hombre, frente a los ojos de todos.

Sólo si la Fe de alguien fuese lo suficientemente grande, se podría tener la certeza y tranquilidad de que recibirá su castigo en otra vida.

Pero mientras la Fe de la mayoría se remita a cosas terrenales, la muerte de Pinochet, es casi una desgracia.

Franco sufrió y agonizó durante meses antes de morir.
Por lo tanto, morir, en el caso de Pinochet, es un regalo.

Ayer le comentaba a mis padres, durante la sobre mesa, que Dios debe estar jugando Playstation con San Pedro, mientras esperan que les manden a Pinochet, sólo para darse el gusto de mandarlo cuesta abajo de un empujón por las escaleras del infierno.

Aunque lo más probable, es que ni el mismo demonio lo quiera y se los mande de vuelta, ... y así, eternamente (como todas las cosas que salen en la biblia) estarían chuteando al general de arriba para abajo, por los siglos de los siglos, amén.

A veces pienso que todos estos idiotas, como Hitler, Franco, Videla, Milosevic, entre muchos otros, ni siquiera están en el infierno. Como que habría que crearles una nueva dimensión en el universo, un hoyo negro, o algo por el estilo.

Antes de terminar, quiero manifestar que me he sentido profundamente ofuscada por estos acontecimientos. Confieso que la rabia y la ira me han invadido por momentos, al ver a esas personas ridículas diciendo odiosas palabras, tales como: mi viejito, nuestro salvador, libertador de la patria, etc.

Es desesperante y dan ganas de tener un Enola Gay a mano. Sobre todo, y como comentario anexo acerca de mi situación actual, cuando estás disfónico y no pudes gritar o vociferar, por último, para descargar la rabia.

Pero trato de guardar la calma, pues se que las personas como nosotros, y como aquellas que en este momento hurgan nuevamente en sus profundas heridas, somos sensatas, y tenemos el corazón mucho menos contaminado de intolerancia.

Eso me tranquiliza y me hace sentir orgullosa.

Por ahora, no tengo nada más que decir.

5 comentarios:

Adriana dijo...

Hermanita...complementaste muy bien lo que a mí me faltó en mi escrito. Todo lo que colocas es cierto, ELLOS son los violentos...
Ah! y te diste cuenta que ahora se está recuperando: "la hierba mala nunca muere" mmmm.
Alejandro Guillé en portada: "Nadie soporta a los 91 años un ataque al corazón". Eso explica la desconfianza inicial.

Besitos

Anónimo dijo...

POWER GIRL!!!

que sintonía la tuya, es potente lo que dices, es poesía guerrillera entre corazones resignados o cuando no ya marchitos.

enhorabuena

Unknown dijo...

Un Pinochet muerto es un Pinochet impune.

La verdad es que vine a dar a tu blog por amigo-del-amigo, pero realmente es cierto lo que dices: no tengo familiares ni conocidos afectados, sin embargo, la muerte se huele a través de los años y en la misma esencia humana.

Y ese tipo hedía a crueldad y a homicidio.

Chile se ha librado de un mal elemento, que desgraciadamente no conoció el peso de la ley (que para él sólo fue el de una pluma de cuervo)

saludos.

Anónimo dijo...

que bbonito lo dicho

Anónimo dijo...

la cosa no es tan facil.
Lo realmente importante es que llegamos bien hasta este punto y que todo pudo ser peor.
Porque las cosas pueden ser peores siempre.
Y creo entender ambos lados.
Eso.