Descarga eléctrica.

Hoy, mientras esperaba eternamente a una amiga en el metro (fue, aproximadamente, 1 hora 20 de espera), me puse a pensar en todo lo que me carga la impuntualidad.

Yo no me voy a auto proclamar Srta. Puntualidad 2006, pero debo decir que he aprendido, con el tiempo, a llegar a la hora, con rangos bajísimos de error ( entre 5 y 10 minutos com máximo).

Creo que es una cosa de sentido común, y que me perdonen los que se sientan profundamente ofendidos por mi crítica, pero en Chile, casi más que diseñadores cesantes, abundan los impuntuales.

Es una especie de actitud, o mejor de dicho de pensamiento generalizado. Mil veces he oído a alguien decir: y para qué voy a llegar a las 7, si nadie llega a la hora. Entonces se produce una reacción en cadena. Pedrito piensa eso de Dieguito, pero resulta que Dieguito también lo piensa de Pedrito, y este último de Tomasito, que a su vez piensa lo mismo de Pedrito y Dieguito. Y así.

¿Resultado de esto? Llegan todos a la hora de la yola.

Y el puntual, llamémoslo Juanito, es el rey de los huevones (no, en realidad es ciudadano de Huevonlandia, reino del cual Ale y yo somos soberanos, siendo el Ale menos huevón que yo, porque es tremendamente impuntual)

Osea, yo pongo al puntual como huevón, porque la verdad, es así como se siente una persona puntual o relativamente puntual. Te preguntas si realmente vale la pena correr, porque vas 5 minutos tarde, y si tal vez sería bueno empezar a demorarte un poco más también, a ver si así escarmientas un poco a tus amigos impuntuales, haciéndoles ver lo desagradable que es que te hagan esperar.

Dudo que algo así funcione, porque para lograr convertirse de puntual a impuntual, habría que cambiar, casi del cielo a la tierra, demasiadas cosas de uno mismo, que traspasan meras rutinas diarias.

Tanto es así, que no hace mucho conocí a una persona que era impuntual a conciencia, es decir, que lo hacía intencionalmente.
Recuerdo que los rangos de espera, no eran menores a una hora y de ahí hacia arriba (2, 3, 4 horas). Una cosa terrible y desesperante, que rayaba en la insanidad.

Este es el punto en donde la impuntualidad se torna patológica, o asociada a un desorden de la personalidad.

Leí que este tipo de actitudes, son propias de un tipo de agresión, llamada Agresión Pasiva.

El llegar premeditadamente tarde, por ejemplo, está asociado a este tipo de conducta, pues se busca dañar, de manera solapada al otro. Generalemente se asocia a la pereza, dentro de la cual cabe, aparte de la agresión pasiva, la predilección por las cosas habituales o rutinarias y la tendencia a la resignación.

Por momentos me parecía increíble que alguien pudiese ser tan espantosamente impuntual, hasta que leí esto y entendí que es parte de una conducta enfermiza, y que por cierto, hace muchísimo daño a quien le toca vivirla.

La Agresión Pasiva es incluso más nociva que la Agresión Activa (golpes, por ejemplo) y se asocia a manipulación y chantaje emocional.

Así es que para finalizar, queridos lectores, tengan cuidado por dos lados importantes:

- Si alguien les interesa, no necesariamente como pareja, no se hagan esperar, traten de ponerse en el lugar del otro.

- Si alguien está siendo sostenidamente impuntual, pero además, demora rangos abismales de tiempo en llegar, pregúntense hasta que punto están dispuestos a soportar. A veces esto es signo de otra cosa, como les he mencionado.